sábado, 24 de octubre de 2009

de primera destilación


algunas veces escribir no puede ser más que deseo, trágico deseo
una pulsión subterránea
un miedo sin nombre

ciertos días, uno se mete en la vida por inercia, dejándose balizas para cuando recupere la conciencia
(acá estuviste en clases, acá pagaste por la educación de tus hijos, acá miraste para otro lado)

y la escritura, ese deseo, ni siquiera se reprime. se sepulta, se obvia, se esquiva. la existencia que nos toca tiene esas cualidades.

entonces, al ejercicio del desenfreno, al espasmo del doble juego de la escritura, terror y placer, dolor y placer, goce morboso de la angustia (sabemos que ahí es que existimos, y no tanto en la alegría) le oponemos una voluntad flácida, un cerebro noqueado de imágenes, de voces, de exigencias, de desconsideraciones, pagá el alquiler, hoy te quedás dos horas más, disculpe pero atendíamos hasta que usted llegó, no-ve-que-estamos-tomando-el-té, suexpedienteseperdió,acánosepuedehacernadanadietedapelotacontácontodonuestroapoyoperodeplatanihablarlaculturanovendequiénmierdaleeliteraturaloslibrospagátelosvoslosescritoresosntodosunoscolgadospagáelalquileryquévamosahacerconlaluzycuándovasalaburardealgoserioporquénoestudiásalgoserionopibeenesascosasnoinvertimosculturalasubsubsubsubsubsecretaríaestáenelsótanobajandoporlossietecírculosdelinfiernoseguíporahíqueestáeloctavoeldelosfuncionariospúblicosnovequeestamostomandoeltélaculturanovendelosescritoressonunoscolgadospagácompravendesalípagágastacompraveníestudiátrabajáservícallátenomiresnoescuchesnodigasnohableshacélacolapagácobráservíloescritoressíquelapasandejoda

y la página sigue ahí, en blanco
y el poema, contradictoriamente, se sigue escribiendo
arte-neurosis
arte-psicosis
arte... arte...

y yo me alejo más del cielo