domingo, 2 de agosto de 2009

la otra cara de la almohada



estos son algunos poemas de mi primer libro.
lo edité artesanalmente y el que lo quiera puede pedírmelo.
escribir y publicar este libro significó una aventura intensa, y la apertura a muchas cosas que me construyen como escritor hasta hoy (y probablemente durante algun tiempo más).
cuando lo presenté, tuve la oportunidad de que dos personas que respeto muchísimo como escritores, como lectores, como seres humanos, hablaran muy bien de él (no descarto que la presión del compromiso y el deseo incontrolable de empnadas hayan cumplido algún rol en eso)

creo que después de algunos años todavía me dice muchas cosas, y dice muchas cosas de mí.
por eso lo comparto, no porque sea un pasado imposible de esquivar, sino porque es presente.



III.

ando por los pasillos de la sombra
rogando
que estas telarañas que me pueblan las amígdalas
no sean sino estatuas de viento
como esos montones de ropa
proyectados en monstruos
contra las paredes nocturnales de la infancia

que esta inmensidad blanca y muda sea
la hija bastarda de algún letargo terco y encarnado

que toda la sangre emigrada y todo el moho
inquilino de mis dedos y mis manos y mis palabras
venga pasando nada más largamente pasando
que sea por gastar alusiones viales
sólo un badén una curva inesperada
y no la venganza de este otro que soy
esa cáscara sometida a la que le endilgo descaradamente
la digestión
los exámenes
pagar boletas
quejarse de algunas cosas
tomar apuntes
sonreír para la foto
estar vivo
para la tranquilidad de los presentes

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IV.

a Manuela Rodríguez
a su visión clara por entre los años


simplemente
pareciera que alguien puso este recuerdo al sol
como a las cosas
como la ropa tendida en los patios
como libros de saldo
vestigios lívidos y enteros de la esperanza ajena

y es que viene llegando el olvido
árido
amargo como todas las veces
y no importa tanta niebla
tanto frío
tanta vigilia de labios quietos
para qué hacer ya poesía de tanto eso

en momentos como este
no basta alimentarse de palabras recién cosidas
y cuentos azules que todavía lloran su rapto
del útero impostor y tibio de la memoria
no bastan los sueños
huracanes fugaces
en la saliva breve de la almohada
en momentos así ataca el decoro
el miedo a preguntar por el olor de los rincones
el pudor de llorar adónde fue a parar tanto pasado
en esos días de pocas flores de noticias lejanas
parece brillar tu voz a paso lento firme
por entre el pasto alto de todo aquello

cuando todos los paisajes se me consumen
por los bordes y hasta la página misma
donde te escribo
llueve tu cara lavada de tiempos turbios
nueva
cercana
presente

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X.

escribir un libro
hacer silencio en tiempos del viento
juntar plumas de la plaza
conversar con un linyera
plantar un árbol
gambetear el letargo
animarse a ser el primero
empezar a ser un buen recuerdo
tener un hijo
confiar en el azar
perder toda la fe
llenarse de dudas que no se consultan con el médico
defender el derecho a la angustia
donar un órgano
convidar un cigarrillo
pasar el trago
ceder el asiento
agremiarse a la sonrisa

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XXI.

y fue nomás el silencio de la ceniza

era de esperarse

hubo una madrugada larga sin broche rosado
y el último vientre hinchado de miedo y de preguntas
sufrió mucho humo, mucha ruina
con el beneplácito indiferente de todos los profetas
corroborando cada uno en su lugar
los detalles aportados al vaticinio de lo obvio

fue nomás la dinastía del polvo y del gatillo
la llegada del hombre al punto del total retorno
era de esperarse también el decrescendo
irregular de botas por el pavimento
la voz acaudillada en los comunicados oficiales
y un Rivero de cascotes llorando su absurda coherencia

era de esperarse el derrumbe de la espera
cotizó bien alto el odio y más alto todavía
el sol quedó fuera de servicio para plantas y poetas
la luna brilló más que nunca porque brilló en nadie
porque fue sosiego negado paz velada por el fuego
fue nomás la hora del patíbulo
y era de esperarse poco llanto
los enamorados lloraron sudor de amarse sin tregua
de comerse mutuamente en eso de querer ser uno
los chiquitos lloraron bastante sus juguetes rodar por
la escapada
y los padres lloraron nada su nada de nada
nada de explicaciones nada de excepciones
nada de tiempo y espacio

fue nomás el fin de todo lo que defendimos
y era de esperarse el ruido del colectivo,
los movimientos bancarios, los secuestros corrientes
los comunicados oficiales
que nos dicen que todo marcha en orden,

que las negociaciones se han reestablecido


que no hay que perder el sueño




que otra vez marchamos sonámbulos

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